(Historia) El testigo blanco.

Vuelvo al foro! LLevo mucho tiempo fuera, y ahora ya vuelvo con esta gran comunidad. Me gustaría empezar con una historia sobre un tema que me apasiona, a ver si lo adivináis jeje. Si os gusta haré más capítulos.



El astro rey se ocultaba tras las montañas, cediendo el dominio del cielo a la noche. Sin embargo, en la tierra, en la que cada vez aparecían más sombras, ocurría algo totalmente contrario.
Una marea dorada, tan resplandeciente que cegaría a quie la mirara, engullía a una mancha negra.
En realidad un ejército combatía a otro. Un bando portaba armaduras del color del oro y el latón, con capas blancas a la espalda. El otro ejército vestía corazas totalmente negras, con algunas partes grises o azul osuro.
Finalmente, el ejército negro sucumbió. Se oín gritos de victoria entre las líneas totalmente doradas de la fuerza vencedora. Pero...

Un único hombre permanecía en pie, rodeado por un círculo de soldados dorados, recelosos.Asustados. Aquel hombre tenía símbolos extraños en su armadura, que era roja como la sangre, aunque el color de su bando fuera el negro.
Un jinete galopaba por entre la multitud de guerreros, que aún celebraba la victoria, ajena a la figura rodeada de hombres que no celebraban la victoria.
Finalmente, el jinete llegó hasta un hombre que parecía ser un oficial. Su armadura tenía distintivos y condecoraciones, y su cara estaba surcada de cicatrices.
-Mi señor, hay un.... elemental enemigo que aún sigue vivo. Los hombres no pueden con él.-Dijo el jinete nada más llegar ante el oficial.
-Bien...puedes... acabar con él.
El jinete descabalgó, con una sonrisa pintada en su rostro.
-Gracias, señor, hacía mucho que no...
-Ve, Kauyon, no te entretengas y acaba con la amenaza.

El hombre llamado Kauyon sacó una espada ligeramente curva, con la parte inmediatamente siguiente al mango dentada, que luego se alisaba. Tiró de unas correas situadas en los protectores para los hombros de su armadura y ésta literalmente se desprendió de su cuerpo, dejándo solo un taparrabos y una correa de cuero que cruzaba su pecho hasta llegar a una hombrera. Kauyon dio gracias mentalmente a los ingenieros del reino por diseñar así su armadura.
Se lanzó a la carrera a través de los soldados dorados, y estos, al verle, le aclamaban, gritando su nombre. Mientras corría su cuerpo se transformaba. SUs músculos se tornaban más voluminosos. Su cara se alargaba hasta formar un hocico de lobo. En toda la piel le crecía pelo, y sus uñas eran sustituidas por zarpas. Completada su transformación, el hombre lobo lanzó un aullido que acalló todo el campo de batalla.

El elemental de la armadura roja se estremeció al ver a ese ser dirigirse a la carrera hacia él. Le lanzó varias detonaciones, que fueron esquivadas sin dificultad, y cuando quiso darse cuenta, tenía al hombre lobo sobre él.
Un elemental es una criatura muy poderosa, rival para grandes guerreros. Pero no podía hacer nada contra su contrincante.
Lanzó bolas de fuego, se parapetó tras protecciones ígneas, pero todo fue inútil. Tras una durísima pelea, el hombre lobo destrozó la garganta del elemental y lo abrió en canal. Un vapor de color rojo escapaba del cuerpo destrozado mientras la bestia aullaba a la luna, que había ocupado el puesto del astro rey.

*Ahora es cuando yo me vengo abajo con una mueca de decepción* xD
No, no quería inspirarme ni hacerlo de warhammer yo me refería al tema lucha entre el bien y el mal con toques de fantasía, como licantropía y magia...

Pues porque se me han quedado esos nombres xD.
En fin, dentro de poco el siguiente capitulo

Un nuevo día empezaba. Todas las callejuelas del castillo se iban iluminando, y empezaba la actividad de sus residentes. Los soldados montaban guardia, los campesinos montaban los mercados...
Y una persona se dirigía a la ciudadela. Kauyon atravesó salones lujosamente decorados y pasillos enormes, y entró en la sala del trono. Mientras que en el resto de la ciudadela todas las habitaciones guardaban reliquias, tesoros, estaban decoradas con oro puro... la sala del trono era bastante austera. Era una sala rectangular, con una tarima a un lado, separada por columnas de la parte del suelo bajo, donde estaba el trono. Todo estaba hecho con mármol blanco.

Kauyon se acercó al rey y se arrodilló.
-Mi señor, me habíais mandado llamar.
-Sí, Kauyon, tengo que hablar contigo, -el rey tenía un tono de voz acogedor, que invitaba a la convesación- lo primero, quisiera felicitarte por tu gran ayuda en la batalla de Solaris.
-Gracias señor, me complace poder ayudar con mi...
-No le des nombre. Sabes que me molesta... ya lo hemos hablado.
-Si, señor, perdón.
-Bien, sigamos. Asestamos un duro golpe al ejército de la Caída, y es nuestra oportunidad para tomar la iniciativa en la guerra. Necesito que vayas a las... a tus tierras. Quiero agradecerle a tu rey su apoyo en la guerra, y solicitarle, a ser posible, más soldados..como tú.
-Será muy difícil, señor. Todos los licántropos vienen de su región. Soy de los muy pocos que han querido unirse a ellos, habiendo vivido de un modo totalmente distinto.
-Cuento contigo. Ahora ve. Ah, y ten cuidado, se han visto grupos de Caídos merodeando por nuestras tierras. Es una afrenta, y ya he enviado hombres para aniquilarlos, pero aún así, ten cuidado.
-Si, mi señor.